Lázaro
Jesús esperó a que Lázaro muriera para luego presentarse y hacer lo más milagroso: resucitarlo de entre los muertos. Él hace lo mismo con nosotros hoy; espera el momento perfecto para hacer lo que solo Él puede hacer: cambiar milagrosamente nuestras situaciones. Dios usa nuestras experiencias y momentos más difíciles para nuestro bien y su gloria.
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